19 jul 2011

La alimentación también es política

por Lorena Ávila Cantisani
Corresponsal en España
Compartiré con nuestros lectores lo experimentado en BioCultura (Feria de Productos Ecológicos y Consumo Responsable), evento sobre el consumo responsable realizado en la ciudad de Valencia (España) el pasado mes de marzo.
En los años cincuenta llegó la “revolución verde”, con fertilizantes e insecticidas sintéticos, y se nos dijo que pronto acabaríamos con el hambre; actualmente el mismo argumento se utiliza para introducir los alimentos transgénicos. Un transgénico o OMG (Organismo Modificado Genéticamente) es un organismo vivo que ha sido creado artificialmente, a través de manipular sus genes. Por ejemplo, cuando compramos vino procedente de otro país ¿se nos informa sobre la forma de producción?, ¿las condiciones de trabajo de los productores?, ¿nos preguntamos por qué siendo su procedencia tan lejana es más barato que el producido en nuestro país? Hoy, en el inicio del siglo XXI nuestros productos no son competitivos frente a la invasión de productos de otros países, donde el productor no cuenta con las condiciones dignas para vivir de su trabajo y no es dueño ni de tierras, las cuales están en manos de empresas multinacionales de la alimentación como Monsanto, Novartis, entre otras.
Si el dinero mueve al mundo ¿por qué no utilizarlo como herramienta de transformación social, en lugar de un fin en sí mismo? El consumo responsable, también llamado sostenible, conciente o crítico, nos anima a plantearnos una serie de cuestiones a la hora de sacar la cartera. El consumidor responsable busca la opción de consumo con menor impacto negativo sobre el medio ambiente y con mayor efecto positivo en la sociedad.